Reseña a «Rebels. A well-regulated militia», de Brian Wood y Andrea Mutti
Por Javier Yuste González
Pocas son las personas que se molestan en indagar acerca del Pasado de los lugares donde habitan. Menos aún las que lo hacen con ese ardor que las impulsa a transmitir sus conocimientos a otros. Es la triste realidad.
El ilustrador y escritor Brian Woods es un miembro de ese selecto club de obsesos en el buen sentido. Siendo oriundo de la Costa Este, donde el más incauto es apabullado con el general George Washington, con pasos por el río Saratoga o las triquiñuelas del Ejército Continental (y de paso al resto del globo mediante películas y demás género), Woods es sabedor del olvido que va cayendo, capa a capa, sobre las calles por donde sus vecinos transitan despreocupados. Woods siempre sintió un profundo interés por las guerras de frontera y la de independencia, que fraguó los incipientes Estados Unidos de América; podía tocar la Historia con las manos con solo agacharse y acariciar una piedra, una brizna de hierba; los viejos mapas susurraban nombres extraños pero familiares. Y de ese interés surge este proyecto de Dark Horse Cómics denominado «Rebels», que da comienzo con la historia en seis grapas titulada “A well-regulated militia”, protagonizada por Seth Abboth, combatiente ficticio de los Green Mountain Boys (milicia creada por Ethan Allen para enfrentarse a los desmanes usurpadores de Nueva York sobre las concesiones de tierras de los naturales de Vermont y que luego, por ejemplo, participó en toma de Fort Ticonderoga durante la guerra de Independencia), el cual recuerda bastante, aunque no en todo, al verdadero Seth Warner, capitán de dicha unidad paramilitar.
Seth Abbot es hijo de un recio colono, de gesto adusto y tímido, que ha crecido en los bosques de Vermont y que pronto se une a la unidad capitaneada por su padre para defender las tierras ganadas a la Naturaleza, frente el uso desaforado de la Ley del Rey. Pronto prueba la sensación de arrebatar una vida humana y, desde entonces, se embarcará en una espiral de continua violencia que justifica en ideales de justicia y libertad que no parece comprender del todo, y que confunde con su profundo sentido del compromiso y la fidelidad a una causa, la de su padre, para lo que no duda en abandonar a su joven esposa, Mercy, al poco de contraer matrimonio con ella.
La historia se centra en Seth, quien combate, solo permitiendo pequeños momentos para espiar a Mercy, sola en la cabaña familiar, enfrentándose a la soledad y al salvaje entorno, tanto que hasta da a luz y cría a su vástago sin ayuda de nadie, hasta que al final su marido retorna de una guerra interminable que él parece desear que no culmine jamás. Seth participa de distintas acciones clave, como en Bunker Hill o en el tren de artillería que proporcionó la suficiente potencia de fuego al Ejercito de Washington para tumbar la resistencia de Boston; el tiempo pasa raudo, mucho, para darse cuenta de que el mayor enemigo del protagonista se esconde tras la huída de cada estación, pues cuando regresa al hogar su hijo, para el que es un completo desconocido, tiene ya 6 años.
El miliciano, aunque se engañe a sí mismo en las últimas viñetas, carece de un verdadero refugio donde tranquilizar su mente. Se considera creador de una tierra libre, pero el precio a pagar le quita parte del ánimo, pues parece serle ajeno el concepto de paz.
Woods se vale de las reales acciones bélicas de los Green Mountain Boys para recrear una historia atemporal que retrate a tantos y tantos soldados, con independencia del color de su uniforme. Estos primeros seis números, que son objeto de la presente, giran en torno al personaje de Abbot, con quien se realiza una presentación del proyecto que luego pasará a tener, principalmente, capítulos autoconclusivos sin ninguna relación aparente, pero aportando visiones desde todos los ángulos posibles, incluso desde el de un casaca roja.
El guión es francamente lineal. Cumple, pero no aporta sorpresa alguna. Como un convoy de ferrocarril que va por unas vías inamovibles, con estaciones cada poco tiempo por si el invento sale mal y para que nadie salga malparado.
Woods condensa una historia simple, pero prolongada en el tiempo, por medio de cartelas donde el protagonista, como en un diario, se explaya a gusto, por lo que todo termina en una posible culminación antes de tiempo si no llega a ser porque introduce el flashback de cuando Seth salva a su padre tras caer al agua helada. Cierto es que la escena es una metáfora explicativa del fuego que late dentro de Seth a favor de la causa; de que cuando empeña la palabra, cumple, pero nada más. Es un viaje para el que no se necesitaban tantas alforjas o, al revés, que podría haberse desarrollado más.
Como producto estadounidense, ahonda en la faceta patriótica de buenos contra malos, aunque Woods toma la precaución de no enaltecer a las grandes figuras que acabaron adornando los billetes de banco de la nación, con distintos valores nominales, y los libros de texto por medio de recargados óleos y grabados alegóricos. Woods enaltece a los hombres de pie, a los granjeros que tomaron las armas y se embarcaron en una lucha bajo un cielo nada halagüeño; a los que lo apostaron todo a una sola carta.
En la parte gráfica, «Rebels», más allá de las cubiertas a cargo del propio Woods, posee un dibujo un tanto tosco y grueso, que puede quedar muy bien en las escenas de lucha cuerpo a cuerpo, donde se muestra la crudeza de la guerra, pero que resulta un acompañamiento pesado a lo largo de la lectura, con escasos brillos de elegancia y belleza en el trazo. Algo que no mejora precisamente con el coloreado, bastante plano a pesar de ser mediante herramienta informática.
El cómic arranca bien, se estanca hacia el medio y vuelve a tomar velocidad hacia el final (quizá demasiada). Tenía ganas de leerlo, pero compruebo que mis expectativas estaban muy por encima del resultado. Aún así, seguiré indagando en esta obra.
- Tapa blanda: 256 páginas
- Editor: Dark Horse Comics; Edición: 01 (19 de mayo de 2016)
- Idioma: Inglés
- ISBN-13: 978-1616559083
Saludos.