Entrevista a Carlos Ruiz Mateo con motivo de la publicación de «Las batallas de Coronel y Malvinas» (GALLAND BOOKS)
Por Javier Yuste González
Quizá el nombre de Carlos Ruiz Mateo suene, pero más el foro que es fruto de sus desvelos: El Gran Capitán.
Hace unos años nos sorprendió gratamente con el ensayo «Schlachtkreuzer» (Galland Books, 2016), donde desgranaba la hoja de servicio de los impresionantes cruceros de batalla de la Kaiserliche Marine. Y hace unos meses publicó «Las batallas de Coronel y Malvinas», razón por la que tenemos la oportunidad de volver a entrevistarle.
Bueno, Carlos, tras haber publicado «Schlachtkreuzer», un ensayo dedicado a analizar los cruceros de batalla alemanes durante la Gran Guerra, ¿tratar del Escuadrón del Asia Oriental de von Spee y su suerte en Coronel y Malvinas era el paso lógico?
No, sinceramente no tenía nada en mente cuando terminé "Schlachtkreuzer", en todo caso una vaga idea sobre escribir algo similar sobre los Battlecruiser británicos, pero pronto la deseché porque, aunque desde el otro lado de la línea, no dejaría de estar narrando los mismos combates ya descritos en el anterior libro. El génesis de «Las batallas de Coronel y Malvinas» fue nuevamente rellenar un espacio vacío en el Foro "El Gran Capitán", pues no teníamos un relato pormenorizado acerca de la batalla de Coronel. El hilo tuvo buena acogida y peticiones varias para que continuase con Las Malvinas, y entonces me surgió la propuesta de convertir ambas batallas en un libro, que acepté, teniendo que revisar y ampliar todo el hilo sobre Coronel y escribir la continuación de la odisea del Escuadrón de Asia Oriental de forma exclusiva para el libro.
Y tanto que odisea, aunque ensombrecida por las andanzas del SMS Endem, en un escenario siempre complicado como fueron los primeros días de la Gran Guerra. Porque estamos tratando de un escuadrón aislado, con base en Tsingtao, sin puertos amigos y sin saber con exactitud las inclinaciones de sus vecinos.
Tsingtao, una base casi en las antípodas de Alemania, aislada de cualquier puerto amigo, no resultaba un lugar apropiado para mantener un Escuadrón naval con buques acorazados en el caso de que estallase una Gran Guerra. Quizá sí como base inicial para que varios cruceros ligeros zarpasen a la aventura en busca de presas, como hizo el SMS Emden tras convencer su capitán al vicealmirante Maximilian von Spee para que le diese libertad de acción. Pero en tiempos de paz, donde enseñar el pabellón en los diferentes puertos de la zona es la prioridad, éste luce más en un crucero acorazado que en un pequeño crucero ligero, motivo por el cual siempre hubo dos de los primeros presentes en Tsingtao. La presencia de los dos clase Scharnhorst condicionó obviamente la decisión de von Spee sobre el área de actuación de su Escuadrón, no tanto por las fuerzas enemigas ubicadas en el Mar de China, el Índico o el Pacífico sur, sino por la necesidad de estos buques de rellenar sus carboneras cada veinte días como plazo máximo, y la dificultad de hacerlo en las zonas indicadas. También tuvo una gran influencia la declaración de guerra de Gran Bretaña a Alemania, pues los alemanes pensaban que estaban preparados para mantener el puerto de Tsingtao y salir al paso de cualquier fuerza naval que rusos o franceses pudiesen desplegar en Oriente, pero combatir contra la omnipresente Royal Navy lo cambiaba todo. Von Spee fue prudente y no solo anticipó la entrada en el conflicto del Reino Unido, también la de Japón y su importante Armada, resolviendo que su mejor opción era navegar hasta las costas americanas del Pacífico. Fue la elección correcta.
La verdad que la situación era curiosa y delicada, llegando a darse bastantes casos en los que encontrándose barcos de nacionalidades enemistadas, uno o ambos desconocían el propio estallido de la guerra. Esto le sucedió al Emden, que no torpedeó a un navío japonés que le devolvía alegre el saludo y también a von Spee, quien incluso fondeó y se provisionó en puertos ingleses en los que nada sabían.
Lo que otorga el rango de aventura (o de odisea) a la actuación del Escuadrón de Asia Oriental al iniciarse la guerra es la dificultad en aquellos tiempos para mantener las comunicaciones a larga distancia. Ni sus enemigos conocían por dónde se movían los alemanes, ni estos qué estaba aconteciendo más allá de las pocas millas de mar que podían contemplar desde sus buques. Es significativo que von Spee enviase al SMS Nürnberg a Honolulu con el fin de recabar noticias sobre el desarrollo de la guerra en Europa, que por entonces todas las partes implicadas presumían sería de corta duración. Con muchas islas sin comunicación inalámbrica con el exterior se dan situaciones divertidas, como el Escuadrón de Asia Oriental fondeando en Bora-Bora, los franceses confundiéndoles con británicos y los alemanes siguiéndoles el juego y comprándoles suministros, o cuando en fecha tan tardía como el 12 de Octubre recalan en la remota isla de Pascua, donde su gobernador nominal, de nacionalidad británica, no tiene la más remota idea de que su país lleva más de dos meses en guerra y permite que los germanos permanezcan en la isla el tiempo que deseen y también les vende todo tipo de suministros...
Como poco son cuestiones que le aportan humanidad al conflicto, sobre todo cuando siempre se actuó con una exquisita caballerosidad (aún en la picaresca). Me impresionó mucho cómo reaccionó von Spee cuando alguien propuso un brindis por la destrucción de Inglaterra y a salir airado de un club o la negativa Winston Churchill y otros a festejar la hecatombe germana en Malvinas.
Durante la Gran Guerra, sobre todo en sus inicios (la Campaña submarina irrestricta es un borrón en este sentido), la guerra en el mar era un asunto entre caballeros, von Spee, (el almirante Christopher) Cradock o (el almirante Frederick) Sturdee lo eran. Combatían hasta el último aliento por su país, pero no existía animosidad contra el enemigo, sino un profundo respecto en la mayor parte de las ocasiones, como se puede comprobar en la anécdota que relatas o cómo es agasajado Hans Pochhammer (segundo comandante del SMS Gneisenau) tras ser rescatado de las aguas, una vez hundido su buque. Pero la caballerosidad no puede ocultar la crueldad inherente a las guerras, entre ambas batallas casi 4.000 hombres perdieron la vida.
Espero que me permitas la comparativa, pero el desastre de Cradock me ha recordado mucho al nuestro del 3 de julio de 1898, el de la escuadra de Cervera en Santiago de Cuba. Me explico, al pobre Cervera le estuvieron ninguneando, paseándose de aquí para allá en busca de apoyo, y resulta que Cradock fue guiado igualmente por una negligente incompetencia, de ahí que, en la batalla de Coronel, el Imperio británico perdiera dos cruceros y 1.654 hombres, frente a los tres heridos que tuvo von Spee.
Existen ciertas similitudes en lo referente a la falta de instrucciones claras para los respectivos Almirantes que conllevó a que ambos cayesen en brazos de la desesperación, aunque en mi opinión también sustanciales diferencias. Me explico, a Cervera se le oponía una fuerza muy superior, pero en ningún momento recibió órdenes acerca de enfrentar su Escuadra con la US Navy, es muy debatible si podría haber alcanzado La Habana en lugar de encerrarse en Santiago (en el Foro “El Gran Capitán” se han analizado largo y tendido todas las opciones, para quien desee informarse) y, cuando se vio obligado a zarpar, sus disposiciones tácticas también resultan cuestionables. A diferencia de Cervera, Cradock formaba parte de la entonces Armada más poderosa del mundo; resulta ciertamente inexplicable que su Escuadra no fuese reforzada en previsión de que el Escuadrón de Asia Oriental se dirigiese a las costas americanas, pero en cualquier caso no estaba obligado a combatir contra un rival que se presuponía superior. Fue un cúmulo de órdenes y contraórdenes recibidas del Almirantazgo lo que le llevó a la exasperación y a tomar una decisión que, si bien salvaba su honor, ponía en grave riesgo la vida de las tripulaciones de sus barcos.
Coincido en esas diferencias, aunque podría aportar mi opinión sobre las vueltas de peonza que hizo Cervera, creyendo por mi parte que, dadas las circunstancias, hizo lo mejor que se pudo haber hecho.
El resultado de la batalla de Coronel fue un duro mazazo para los británicos quienes, lejos de poner paz en el Almirantazgo, seguían con sus inquinas personales internas, aún cuando la opinión pública estaba rumiando sobre la ineficaz de la, por entonces y como dices, armada más poderosa del mundo.
Como bien apuntas el resultado de la batalla de Coronel resultó un mazazo para la opinión pública británica, la primera derrota en más de un siglo de la omnipotente Royal Navy. Se pasó de la consternación a la búsqueda de responsables, y sin duda el principal era Churchill como Primer Lord del Almirantazgo, pero su habilidad política le sirvió para capear el temporal, primero culpando a Cradock por haber desobedecido órdenes y, más tarde convirtiéndole en un héroe que había sacrificado conscientemente sus barcos con el fin de lisiar al Escuadrón de Asia Oriental. Solo tras el fin de la guerra se alzaron las voces de varios almirantes acusando al Almirantazgo por el desastre, y con razón, aunque Cradock tuvo su cuota de responsabilidad en lo acaecido.
Y, curiosamente, la primera falta de “atención” hizo que se destinaran buques de mayor porte para la caza del esquivo Escuadrón alemán, de los que von Spee no sabía de su despliegue hasta que no los tuvo delante de las narices en Malvinas. Se comprueba aquí que un animal herido es muy peligroso.
La humillación británica en Coronel requería una actuación inmediata y contundente. En esta ocasión el Almirantazgo era plenamente consciente de este hecho y actuó en consecuencia enviando dos cruceros de batalla al Atlántico Sur; una medida que ya fue propuesta al inicio de la guerra por el vicealmirante Sturdee como Jefe del Estado Mayor, aunque, con la llegada de Fisher al puesto de Primer Lord del Mar, éste intentara culpar a Sturdee del desastre en Coronel, dada su animadversión personal, motivo que parecía pesar más en las decisiones del Almirantazgo que cualquier razonamiento imparcial. La rápida reacción británica cogió desprevenido a von Spee, un error por su parte porque debería haber previsto que la Royal Navy intentaría lavar su honor lo más diligentemente posible, pero que no habría tenido consecuencias de no haber cometido un error más grave: decidir atacar Las Malvinas.
Y es que parece una broma del Destino de mal gusto. Si von Spee no se hubiera obcecado en atacar las Malvinas, si no se hubiera confiado, la guerra en los mares del Sur habría sido muy diferente. Aunque puede que el resultado hubiera acabado siendo, a largo plazo, el mismo dado el escaso poder de penetración de los proyectiles alemanes ante el blindaje de los buques británicos enviados al Atlántico sur.
Al leerlo me supo mal que los artilleros alemanas acertaran en una infinidad de ocasiones sobre los cascos del enemigo sin resultado y solo un proyectil británico, prácticamente, atravesaba un crucero de von Spee de lado a lado.
Sí, el diablo estuvo jugando a los dados y todas las tiradas resultaron perjudiciales para los alemanes. Al error de atacar las Malvinas se sumaron muchos pequeños factores que en conjunto desembocaron en que las dos Escuadras rivales alcanzasen Las Malvinas con poco más de doce horas de diferencia entre ellas, de otro modo quizá los germanos hubiesen logrado atravesar el Atlántico, carbonear en Las Canarias y luego quién sabe. Respecto a la batalla en sí, el mejor hacer de los artilleros alemanes estaba condenado al fracaso de antemano: los cruceros de batalla eran buques concebidos, entre otras misiones, para limpiar los mares de barcos rivales como los cruceros acorazados de von Spee, que demostraron sus virtudes resistiendo tres horas de combate el SMS Scharnhorst y cinco el SMS Gneisenau, más tiempo del que nadie podría prever.
Unos dados que, como poco estaban cargados y supusieron el final de esta historia.
Creo que hemos realizado un buen repaso y es hora de enfocarnos en tu propio trabajo: consultando la bibliografía, compruebo que has echado mano de magna obra de Mateo Mille, pero que has profundizado en diarios de los protagonistas, informes, memorandos, lo cual aporta un enfoque también personal. ¿Cómo fue la labor de documentación?
Siempre que se escribe sobre un tema naval relacionado con la Gran Guerra hay que echar un vistazo a las obras de Mateo Mille y Luis de la Sierra, que han quedado un poco desfasadas con la aparición de nuevos datos, pero que narrativamente son excelentes. También existe traducido al español un viejo libro escrito por Pochhammer donde se pueden encontrar muchas anécdotas sobre el viaje de von Spee, pero el grueso de la información proviene de libros editados en inglés; no en vano dominan el mundo editorial a nivel mundial.
Entonces, te habrás obligado a comparar los datos, pues siempre es posible que cada uno tire para su casa en los ensayos extranjeros. Siempre se barre para casa.
Por supuesto, como no puede ser de otro modo he tenido que leer los mismos hechos narrados por más de media docena de autores distintos, desde historias oficiales de los años ‘20 hasta llegar a las obras más modernas y discernir los datos que más se ajustan a la realidad que pretendo contar. Debo decir que libros como los de Massie o Bennet resultan bastante ecuánimes, aunque sean anglosajones (el primero estadounidense). Sin duda, el que estemos hablando de hechos acaecidos hace un siglo ayuda a ello.
Conozco la labor del ensayista y, en todos los libros que he publicado en este sector, siempre que creía haber escrito el último punto, volvía a rondarme un fantasma susurrándome desde el suelo nuevos datos. ¿Te ha sucedido también? Si es así, ¿podrías darnos un ejemplo?
Coincido con tu opinión, uno nunca acaba de quedar satisfecho al cien por cien cuando termina una obra, y aunque lo estés, la sensación no suele ser muy duradera, pues por norma general justo cuando ya se encuentra en la imprenta te surgen nuevas ideas que podrían haber tenido cabida en la misma. En este libro he tenido muy presente el tema del espacio disponible, he incluido varias anécdotas que me han resultado interesantes y me he dejado otras en el tintero, y si tengo algún lamento es no haber seguido el consejo de un amigo que me ayudó a corregir el texto: haber añadido un apéndice con el destino de los buques supervivientes con mayor o menor protagonismo en el libro. Pero en conjunto estoy satisfecho con el resultado final. En mi opinión la obra cumple con la promesa de su título: un pormenorizado relato sobre las batallas de Coronel y Malvinas, así como de sus antecedentes y consecuencias.
¿Cómo fue el trato con la editorial para la publicación de este trabajo? Ya habías publicado tu anterior obra con GALLAND.
No tengo ninguna queja del trato dado por Galland Books, salvo que la maquetación y publicación se demoraron más de lo esperado. Me hubiese gustado que la obra estuviese disponible para la Feria del Libro, pero no pudo ser.
¿Te llega alguna respuesta por parte del público? ¿Se comporta bien el título en las librerías?
A través del hilo abierto ex profeso para el libro en el Foro WEl Gran CapitánW me han llegado muchos comentarios positivos, lo que me llena de satisfacción porque es un público entendido, que no tiene reparos en señalar los errores que puedan existir. Respecto a las ventas nada puedo decir, aún es temprano para saberlo y tampoco me preocupo demasiado por ello: escribo por el placer de divulgar historias que me resultan interesantes, no recibo un euro por muchos ejemplares que se vendiesen.
Ahora, ¿descanso del guerrero o no paras de buscar un nuevo tema?
¡Yo nunca descanso! Acabo de terminar en el Foro un detallado hilo sobre la Campaña Naval de los Dardanelos, y ahora tengo en mente no sé si Moon Sound o Dogger Bank, algo caerá, pero no en forma de libro; requieren demasiado tiempo y concentración. Sí tengo una idea a largo plazo, si consigo jubilarme antes de tiempo, y sería una magna obra sobre Jutlandia, un ladrillo que supere las 500 páginas, ciertamente impublicable, pero no importa porque tendré entretenimiento para años...
Madre mía, eso sí que sería una obra magna.
Por ahora un sueño, ya tengo traducidos (me lleva su tiempo) un par de libros específicos sobre Jutlandia, pero todavía tengo que hacerme con otros tres o cuatro que tengo en mente, leerlos varias veces y, lo más complicado, procesar toda la información para engendrar algo digno... una labor de años que por cuestiones de tiempo no me resulta compatible con trabajar.
Antes de terminar, me gustaría que me dijeras, si la hay, una pregunta que le falta a esta entrevista y que te gustaría responder.
La entrevista perfecta. No echo en falta ninguna pregunta. Solo agradeceros a ti y a HRM la oportunidad que me brindáis de dar a conocer este libro. Muchas gracias.