Asomado a la portezuela del DC-3 Dakota que lo transportaba, Rafael Eitan, Raful, observaba pasar el árido paisaje del desierto del Sinaí bajo él. Eran las cinco de la tarde del 29 de octubre de 1956 y se disponía a saltar, junto con sus 395 hombres del 1 er batallón de la 202 Brigada Paracaidista, cerca del Paso de Mitla: concretamente en el Parker Memorial.
Él, como mando superior, tenía el honor de saltar el primero de su patrulla. Ya había enganchado el mosquetón de su paracaídas al cable de acero que lo extraería de la bolsa a su espalda. Una vez la luz roja sobre la puerta se encendió, el resto de su patrulla, 27 hombres, se levantaron de sus asientos de lona y engancharon también. Los 16 Dakota que transportaban a los paracaidistas habían reducido la velocidad antes de llegar a la zona de salto, una velocidad alta hubiera dispersado a los hombres excesivamente impidiendo su reagrupamiento. Los diez reactores Gloster Meteor encargados de protegerlos, daban vueltas alrededor ante la imposibilidad de reducir su velocidad hasta la de los lentos aviones de hélice.
Previamente, varios Mustang de la Segunda Guerra Mundial se habían dedicado a romper los cables de telégrafo con sus hélices y sus alas en peligrosos vuelos a ras de tierra.
Al encenderse la luz verde y sonar el timbre que la acompañaba, los soldados israelíes comenzaron a saltar.
Raful salió con fuera por la puerta y se vio impelido por el rebufo de los motores del DC-3 que lo lanzaron violentamente en la estela del avión. La cinta que extrajo el paracaídas tipo X de fabricación británica, como buena parte del equipo del Tsahal (las fuerzas de defensa israelíes), que, una vez se rompió el precinto que lo unía a ésta, permitió que se abriera la campana de seda, dejando al militar balanceándose mientras parecía colgar en el aire.
Tras comprobar que todo estaba en orden, es decir, que el paracaídas se había abierto bien, y calcular la dirección en la que se desplazaba, adoptó la compacta posición de toma de tierra. Este no era un salto deportivo, así que se había lanzado a los soldados a una altura un poco mayor que la de seguridad para que se abriera normalmente.
UN DC-3 DAKOTA
Una vez en el suelo, y tras soltar el atalaje que lo unía al paracaídas, observó que las unidades se iban reagrupando. Sólo entonces, Raful, se dio cuenta de que la zona de salto (DZ en inglés) no era la prevista: estaban a 5 Km de su objetivo. Así que los hombres cogieron su equipo y realizaron una rápida marcha hacia el Paso de Mitla.
Esta acción tenía más un objetivo político que militar e incluso ponía en serio peligro a los hombres de Eitan, aislados tras las líneas egipcias y distantes más de 200 Km de sus propias unidades. Así, el salto paracaidista buscaba simular una amenaza inmediata sobre el Canal de Suez y el tránsito mercante a través del mismo: de esa manera, daría la excusa perfecta a británicos y franceses para enviar un ultimátum a los contendientes, Egipto e Israel, para que se alejaran del canal una franja de terreno de seguridad. En realidad, Israel, Gran Bretaña y Francia estaban juntos en esto y habían planificado los pasos a dar por cada uno de ellos con objeto de derrocar al molesto líder egipcio Gamal Abdel Nasser. El ultimátum se enviaría a sabiendas de que Egipto no podría aceptarlo, de modo que daría la excusa para una intervención armada de las potencias europeas para salvaguardar la navegación por el Canal.
Los paracaidistas de Eitan serían los detonantes de todo el proceso, esperar a que las fuerzas de tierra israelíes recorrieran todo el Sinaí sería demasiado lento.
Para proteger a sus hombres, Ariel Arik Sharon, comandante de la 202 Brigada Paracaidista, debía recorrer la distancia que le separaba del 1er batallón lo más rápido posible eliminando las posiciones egipcias de Al-Kuntilla, El Thamad y Nakhl.
MAPA DE LA GUERRA DE SUEZ (1956): LA SEGUNDA GUERRA ÁRABE-ISRAELÍ
Mientras, Raful ordenó a sus hombres que cavaran posiciones defensivas en la zona oriental del paso.
En una verdadera proeza militar, el agresivo Sharon contactó con sus hombres 32 horas después de su partida, a las 22:30 del 30 de octubre y al día siguiente, después de una acción del resto de la brigada al otro lado del paso tuviera lugar, la 202 fue relevada al completo.
Mientras, la operación Kadesh, de la que formaba parte la acción de Sharon y Eitan, se desarrollaba: las ugdas (divisiones) israelíes tomaban Gaza y el Sinaí casi al completo. Para el final se dejaba uno de los objetivos principales de toda la campaña israelí: tomar la población de Sharm el-Sheikhy abrir los estrechos de Tirán, permitiendo la navegación hasta el puerto de Eilat, única salida de Israel al Mar Rojo.
El 1er batallón de Raful volvió a equiparse con sus paracaídas y embarcó en los Dakota rumbo al aeródromo de Al-Tor, sobre el que saltaron sin contratiempos. Tras asegurarlo, se dirigieron hacia su objetivo donde convergieron junto a la 9 Brigada de infantería que partió de Eilat. Si bien en primer ataque, los egipcios resistieron, en el segundo los israelíes tomaron la población eliminando la amenaza sobre los estrechos de Tirán y finalizando con ello la operación Kadesh.
En la zona del Canal, otros paracaidistas, esta vez británicos y franceses, daban comienzo a la operación Musketeer (nombre con el que se conoce popularmente, aunque Revise sería más ajustado a la realidad).
Nasser, militarmente, fue aplastado. Sin embargo, Estados Unidos y la URSS, principalmente los primeros, molestos por qué sus aliados en la guerra fría no le habían puesto al tanto de lo que iban a hacer, obligaron a los vencedores a ceder todo lo que habían ganado, y consiguiendo precisamente lo contrario a lo que esperaban obtener: fortalecer la posición de El Rais (Nasser) a los ojos de su pueblo y de los países árabes en general, demostrando las limitaciones del poder militar.
BIBLIOGRAFÍA:
Lion Bustillo, Javier: Kadesh y Musketeer (Suez, 1956). Los límites del poder militar. HRM Ediciones, Zaragoza 2014.
Dayan, Moshe: Historia de mi vida. Ediciones Altaya, 2008.
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