De Pelayo tras Covadonga no se sabe nada más. Las crónicas registran su muerte en 737 en Cangas de Onís, la capital del minúsculo reino creado por él. Fue sucedido por su hijo Fafila, que apenas reinó dos años antes de morir, según la tradición, a manos de un oso. Su sucesor fue Alfonso, hijo de Pedro, duque de Cantabria durante la época visigoda, que se había casado con Ermesinda, hija de Pelayo.
Alfonso I y los comienzos de la reconquista
Alfonso I va a ser el verdadero fundador del reino astur con él comienza la época de expansión territorial del reino a costa de los musulmanes. En término estrictos, con él comienza la Reconquista, tal como la entendemos.
Durante los 18 años de su reinado, que van desde 739 a 757, Alfonso I desplegará una actividad bélica incesante sobre cuya verdadera naturaleza hay opiniones encontradas. Para algunos historiadores, el rey astur sólo fue un mero jefe de correrías, más interesado en coger botín que de apropiarse territorios. Para otros historiadores, es el verdadero precursor de la Reconquista, con plena conciencia de la grandeza y trascendencia de su misión.
En cualquier caso, sus iniciativas se vieron favorecidas con la caótica situación de la España musulmana. Por un lado, los gobernadores musulmanes estaban más interesados en realizar incursiones allende los Pirineos, hacía el rico reino franco, que en someter definitivamente a los núcleos de resistencia cristianos en el norte peninsular. Pero sobre todo, el reinado de Alfonso va a coincidir con la gran rebelión de los bereberes en al-Andalus en el trascurso de la cual estos abandonaron sus posiciones y propiedades en Galicia, Astorga y orillas del Duero para avanzar sobre el sur. A ello se unió el comienzo en 750 de la gran hambruna que durante 5 años asolará el noroeste de la Península con peculiar virulencia. Siguiendo la retirada de los bereberes, Alfonso saldrá de las montañas asturianas hacia las llanuras leonesas ocupando Astorga y luego culminando en 754 la anexión de toda Galicia y el norte de la actual Portugal, la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, la Bardulia –nombre antiguo de Castilla la Vieja- y los territorios de Alava, la Bureba y la Rioja. Entre las ciudades ocupadas estaban: Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Visco, Astorga, León, Amaya, Zamora, Simancas, Osma, Salamanca, Avila, Segovia y Sepulveda. En total, desde 740 hasta el advenimiento de Abderraman I (756), el reino astur arrebató a los musulmanes algo más de la cuarta parte de sus conquistas.
No obstante, el reino astur no disponía de la fuerza demográfica suficiente para repoblar efectivamente la práctica totalidad de sus conquistas. Amplias zonas quedaran despobladas durante décadas enteras y constituirán una zona de nadie que limitará los territorios de Al-andalus y del reino asturleonés, sobre todo el valle del Duero donde sus habitantes, sobre todo de los núcleos urbanos fueron trasladados y asentados en el norte (Galicia, Asturias, Cantabria) . En lo que se refiere a éste, su límite estaba marcado, de oeste a este, por el curso del Duero, desde su desembocadura hasta Osma y desde allí se torcía hacia el norte para penetrar en Vasconia. Por el lado musulmán, el límite fronterizo estaba un poco al norte de la línea que pasaba por Coimbra, Coria, Talavera y Toledo, luego subía hacia Guadalajara, Tudela y Pamplona.
Alfonso I murió en 757 y fue sucedido por su hijo Fruela.