En todas las guerras hay un punto de inflexión, un momento decisivo.
Tradicionalmente, se ha establecido que, para tener garantías en una ofensiva, el atacante necesitaba una superioridad mínima de 3 a 1 con respecto al defensor. Esta máxima desapareció en la concepción de la guerra del futuro por parte de los norteamericanos en los albores del nuevo milenio. Donald Rumsfeld será el más firme defensor de una guerra interactiva, hiperconectada y especializada: un combate de ataques quirúrgicos, limpios, por parte de un ejército que hace uso exhaustivo de la tecnología a su alcance y en el que la inferioridad numérica no es una desventaja.
La información, el movimiento y la contundencia son la triada en la que se basa.
En Irak, en 2003, las fuerzas de la coalición combatían con una desventaja inicial de 1 a 3 a favor de los iraquíes: la 3ª División de infantería, la 1ª División de Infantería de Marina y la 101 División aerotransportada, por parte norteamericana, y la 1 ª División acorazada británica, serían las fuerzas que, partiendo de Kuwait, tenían como misión tomar Bagdad.
En Irak el punto de inflexión al que hacíamos referencia fue el 29 de marzo. A partir de ese momento, los norteamericanos se volvieron más despiadados como consecuencia de la paranoia y la neurosis.
Al mediodía de ese sábado, en la autopista A9 hay un control de la 1ª Brigada de la 3ª división de infantería tratando de impedir que unidades iraquíes abandonen Nayaf.
El puesto está bastante concurrido y, en un momento determinado, se acerca un taxi blanco con el guardabarros trasero naranja sin pasajeros. Se le da el alto y cuatro soldados se acercan al vehículo ordenando al conductor (Alí Yasin Hamadi al Namani), de unos cincuenta años y bigote y cabello negro, que baje el coche.
Tras revisar bajos y asientos, le indican al chofer que abra el maletero, al hacerlo estalla la bomba. Los cuatro soldados mueren junto con el iraquí. Además, perece un ciclista que estaba por allí.
Los militares fallecidos son los soldados de primera clase Michael Creighton y Diego Rincon, el soldado Michale Curtin y el sargento Eugene Williams
Las reglas de la guerra se trastocan, a partir de aquí, los norteamericanos se van a mostrar más nerviosos, sólo avisarán lo justo y necesario, si no se siguen las instrucciones, el siguiente paso será disparar, y se producirán bajas civiles que ignoran las órdenes de detención en los controles.
Saludos.