Pues bien, frente a esta concepción moderna de la guerra, los ejércitos aliados, con Francia a la cabeza, interpretaron el futuro conflicto como una mera continuidad de la Primera Guerra Mundial, que se había basado en el avance tradicional de la infantería, la lucha en trincheras y la fortificación de posiciones fijas. Por este motivo, los franceses cometieron el error de basar su entramado defensivo en la construcción de la famosa Línea Maginot en la frontera franco-germana, la cual fue rápidamente sobrepasada en mayo de 1940, unas semanas antes de la caída de Francia ante el empuje del ejército alemán. Frente a esta concepción anticuada de la guerra, los aliados solo pudieron pasar a la ofensiva cuando la guerra se alargó y empezó a hacer mella en el potencial económico y demográfico de Alemania. Al margen de las tácticas militares también es importante comprender, para explicar el posterior desarrollo del conflicto, el potencial de los principales ejércitos en septiembre de 1939.
En un principio todo parecía indicar que Hitler no tendría la fuerza necesaria para imponerse a las democracias occidentales ya que, pese a su alianza con Stalin, el potencial humano y económico era muy favorable para Francia y Gran Bretaña. Los dominios de la Commonwealth y las colonias francesas serían las encargadas de suministrar todo tipo de materias primas y recursos humanos para mantener el esfuerzo bélico contra Alemania, y eso sin contar las inmensas reservas de oro de estos grandes imperios que podrían ser utilizadas para efectuar todas las compras necesarias durante la guerra, especialmente a los EEUU.
En lo que respecta al potencial militar, el balance total en el caso de las marinas de guerra era infinitamente favorable para las democracias occidentales. El dominio del mar estaba en manos de los occidentales, además de una forma abrumadora. En este sentido debemos de entender la mentalidad de Hitler quien ya en el Mein Kampf había advertido de la escasa conveniencia de embarcarse en aventuras coloniales y de disputar el domino del mar a los ingleses, de ahí su insistencia en la expansión de Reich por territorio europeo, especialmente en la zona oriental. Cuando Hitler llega al poder en el 1933 e inicia el rearme del Tercer Reich, la marina de guerra será la más perjudicada y eso a pesar de que a partir del 35, el almirante alemán Raeder había preparado un ambicioso programa de construcciones navales para la botadura de 14 acorazados, 20 cruceros, 6 portaaviones y unos 250 submarinos, pero este gran proyecto se quedó en nada ya que para 1939, la Kriegsmarine solo contaba con tres acorazados de bolsillo, dos cruceros pesados y unos 60 submarinos. En esta situación, la marina alemana solo podía navegar libremente por el Báltico, de donde apenas podrás salir para tomar la iniciativa hasta que la producción de submarinos alemanes permitiese a Hitler iniciar la campaña en el Atlántico. Por si sola, la Royal Navy británica tenía la fuerza suficiente para imponerse a la alemana y a la anticuada flota italiana. En 1939 los ingleses contaban con 12 acorazados, 67 cruceros, siete portaaviones, 200 destructores y 60 submarinos.
Continuará.
Saludos.