99 globos que provocaron la guerra total termonuclear
Por Javier Yuste González
Grupo: Nena
Álbum: 99 Luftballons
Compositores: Carlo Karges (letra en alemán), Kevin McAlea (letra en inglés). Música a cargo del teclista Uwe Fahrenkrog-Petersen
Sello: EMI
Año: 1982
Género: Pop-rock, Synthpop
El común de los mortales tiende, por inercia, a simplificar el contenido y mensaje de las canciones que llegan a sus oídos, negando toda importancia a sus rimas cantadas, a un medio de transmisión de la cultura y la información tan antiguo como el gruñido articulado. No niego que, en ocasiones con razón en aquellas escritas en un idioma que no controlamos, solemos considerar que solo son una generalidad de retazos de relaciones sentimentales y traumas amorosos, en los que la palabra “love” o “baby” son una constante enfermiza; pero, como ocurría con los bardos de tiempos pretéritos, la música moderna da cabida a descripciones de hechos históricos, realidades, críticas y ficciones, con sus posibilidades son infinitas.
¿Cuántas personas saben en realidad de qué tratan piezas como «Who’ll Stop The Rain», de la Creedence Clearwater Revival, «For What it’s Worth», de Buffalo Springfield, o «Detroit», de David Bowie?
Hablemos ahora de la pieza que nos trae a este artículo, una de las míticas de la primera mitad de la década de 1980; una que todos hemos escuchado una infinidad de ocasiones y que es, probablemente, del gusto de todo aficionado a la música: «99 Luftballons», de Nena. ¿Sabemos acaso sobre qué diantres está cantando? Alguna razón de ser tendrá que el videoclip se grabara en un campo de entrenamiento militar, ¿no? La respuesta, de modo sintetizado, es simple: es una crítica mordaz a la inestable e insoportable tensión Occidente-URSS sobre el territorio de las dos Alemanias en 1982, con una presentación y desarrollo casi de fábula infantil.
Durante el verano de 1982, en concreto el 8 de junio, los Rolling Stones hicieron un alto en Berlín occidental, a modo de escala de su gira mundial “The Rolling Stones’ European Tour 1982”, presentando su álbum Tattoo You (1981). El concierto se celebró en el Berliner Waldbühne, el Teatro del Bosque de Berlín, y entre los asistentes se encontraba un tal Carlo Karges. En un momento de la actuación, los Stones soltaron varios globos que salieron volando y estos se perdieron en el cielo berlinés.
Aquella imagen, en apariencia inocente, inquietó a Karges pues, a cierta distancia, los globos se llegaban a confundir con aviones. Se preguntó si llegarían a verse desde las torres del Muro y qué repercusiones podrían acarrear si alguien cometía un error.
«99 Luftballons» refleja la tensión, el pánico a la guerra termonuclear que atenazaba a los alemanes y al planeta. No olvidemos que en 1983, dos de cada tres estadounidenses estaban convencidos de que en el transcurso de aquel año estallaría un conflicto mundial abierto con el empleo de tan terribles y poderosas armas, razones por las que los hábitos del ciudadano medio variaron de una economía de ahorro a una de consumismo feroz. “Total, vamos a morir en cuestión de semanas, ¿para qué privarnos de nada?”
Podemos decir que había gente que se lo tomaba con una especial filosofía; otros, como Karges, querían satirizar la impenetrable oscuridad que se cernía sin remedio sobre Europa, en ese cuestionable equilibrio de fuerzas que se apoyaba en la Destrucción Mutua Asegurada: el desastre podía estar servido por una simple confusión que diera comienzo a una escalada sin freno.
«99 Luftballons» se divide en tres etapas. Un inicio y una conclusión en un estilo que algunos críticos han llamado lírico, de mayor solemnidad (como apuntalamiento de la seriedad que encierra el asunto), entre las que hay un cuerpo bailable con sintetizadores, batería, bajo y guitarra. El primer estadio lírico sirve para que Nena llame la atención a su público, pide un poco de atención para cantar una canción sobre noventa y nueve globos que volaban hacia el horizonte; el segundo, el punto pop y a un ritmo cada vez más acelerado, sirve para relatar cómo esos globos son confundidos con una posible amenaza, los aviones de combate despegan y comienzan los fuegos artificiales gracias a noventa y nueve políticos armados con cerillas y bidones de gasolina; el último estadio, de nuevo lírico, describe un mundo arrasado por la guerra nuclear, sin vencedores, la nada absoluta, salvo un globo que la cantante/narradora encuentra.
La versión original de «99 Luftballons» se editó como sencillo en 1983, alcanzando el número 2 en las listas americanas, lo cual sucedió por casualidad, al llegar una copia a un locutor de la KROQ de Los Ángeles, que la pinchaba sin parar. Por ello, una versión en inglés («99 Redballoons»), no se haría de rogar, siendo la tarea asumida por el compositor Kevin McAlea y que, en palabras de Nena, le dan ganas de vomitar (coincido con esa opinión, aunque no de forma tan drástica; quizá el problema es que la cantante no se la ve cómoda en otro idioma y su calidad interpretativa se resiente). El título que se le otorga a la pieza en inglés ha dado de qué hablar, pues parece que se toma cierto partido político, como que la amenaza viene exclusivamente de los rojos.
Sobre Nena
Gabriele Sussane Kerner (Hagen, Renania, 1960), más conocida por el sobrenombre de Nena (un apelativo que le adjudicó su familia tras unas vacaciones en España), es quien pone voz a esta canción con la que se hizo mundialmente famosa; aunque, tras este hit, quedó en una especie de limbo, en una esfera de reconocimiento que se agota en la Europa Central, a pesar de contar con más de una treintena de álbumes a sus espaldas.
Se la recuerda como una de las divas de la neue welle germana de comienzos de las década de 1980, dentro del desarrollo musical y cultural del Berlín occidental. Su grupo permaneció en activo entre 1981 y 1987, año éste en el comienza su carrera como solista, hasta la actualidad, con una agenda apretada de conciertos en los que llega a invitar a estrellas internacionales, como Rod Stewart.
Desequilibrio de fuerzas
Nena, a través de las palabras de Karges, habla del dislate, del nerviosismo social, militar y político que provoca ese equilibrio de fuerzas nucleares de la Guerra Fría desde el inicio de la Administración Reagan. Son años de continuas protestas en Europa, de movimientos pacifistas y contra la OTAN, pero, ¿qué sabemos en concreto de este escenario? La frontera alemana se estaba erizando de misiles, pero, ¿qué había de cierto? ¿Qué se dejó trascender?
Según lo poco que llegó a los medios de comunicación, como las referencias al estudio «NATO And The Warsaw Pact-Force Comparisons» —que procedió a analizar las fuerzas nucleares estratégicas (intercontinentales), las de pequeño y mediano radio de acción (INF) y las nucleares marítimas—, el equilibrio de fuerzas se estaba viendo amenazado. La URSS había tomado la delantera: su armamento era más puntero y con una mayor capacidad de destrucción; aunque la OTAN contaba con más cabezas nucleares estratégicas, su contraparte contaba con más ojivas nucleares múltiples MIRV.
Un apunte significativo del informe era que si la Crisis de los Misiles de 1963 se hubiera reproducido en 1982, quien habría cedido habría sido Washington.
La OTAN se mostraba muy preocupada ante el perfeccionamiento de los misiles soviéticos SS-18 y SS-19, capaces de alcanzar territorio continental americano y destruir sus silos. Se calculaba que los rusos contaban con 4.800 cabezas de ese tipo frente a las 1.650 del único misil occidental comparable, el Minuteman III.
La precariedad de las bases de la OTAN se contrarrestaba con los medios móviles (submarinos y bombarderos), pero no era menos cierto que Occidente se estaba quedando atrás en cuanto a progreso tecnológico.
Las fuerzas intermedias (INF) eran aquellas cuyo radio de acción se limitaba a Europa. Aquí la superioridad soviética era abrumadora, con 1.200 cabezas de las novedosas series SS-4, SS-5 y SS-20. El último tipo, el SS-20, estaba dotado con tres cabezas y una autonomía de 5.000 kilómetros, lo cual suponía que podían destruir objetivos dentro del territorio español.
La producción del SS-20 era de un misil por semana, siendo que a fecha de la redacción del informe se cifraban en 900 unidades las existentes tras el Telón de Acero.
Quizá lo que más tensó la cuerda en el instante en el que Karges observaba esos globos perdiéndose en el horizonte, era el desarrollo, fabricación y despliegue en Alemania occidental de los misiles Pershing II, con un alcance mucho menor que los SS-20, pero capaces de impactar en Moscú en cuestión de segundos. Se planteaba la instalación de más de medio millar de unidades en Europa (ante un panorama de inevitable confrontación, EEUU quería limitar la guerra nuclear a Europa, de ahí el especial interés sobre Bonn), lo cual inquietó al Kremlin, a pesar de que eran ingenios mucho menos potentes que los que apuntaban a objetivos occidentales desde los Urales.
Las instalaciones de los Pershing II en Alemania o de los Cruise en Reino Unido alimentaron una infinidad de protestas en Occidente por la paz y el desarme que marcaron buena parte de esa floreciente década.
Pocos años antes habían comenzado a tomar forma los movimientos pacifistas contra los movimientos de la OTAN. Algunos bienintencionados, otros claramente sufragados por elementos comunistas. Si por un lado estaba la Iglesia luterana alemana y otros grupos sin ideología política preestablecida, por otro lado estaba el recién nacido partido alemán de Los Verdes e ideólogos que le daban la vuelta al informe «NATO And The Warsaw Pact-Force Comparisons», afirmando que los EEUU eran los que contaban con una tecnología superior y que era falso que el armamento soviético estuviera amenazando a Occidente.
Parece ser, tras un estudio de varias entrevistas de algunos líderes políticos, que el interés común de los movimientos por la paz alemanes, hacia el año 1983, se centraba en una serie de puntos capitales, que resumimos de la siguiente manera: 1) Provocar una relajación de la postura de Washington frente al Comunismo (para la Administración Reagan, la URSS era el Evil Empire, por lo que era necesario influenciar en el electorado estadounidense); 2) Reducir el número de armas atómicas en la RFA (se comentaba que habría unas 6.000), para inspirar confianza en el Este; 3) Crear una zona desnuclearizada en Europa central; 4) Transformar el Ejército de la RFA de ofensivo a defensivo, con la eliminación de carros de combate, aviones a reacción y misiles nucleares; 5) Que la RFA y la RDA abandonaran la OTAN y el Pacto de Varsovia respectivamente; 6) Iniciar la reunificación de Alemania.
La generalidad de los grupos se acogió a un medio de protesta pacífico; otros no. Los primeros se dedicaron a organizar manifestaciones en Bonn con hasta medio millón de asistentes; espectáculos callejeros; marchas hasta bases y cuarteles con el posterior bloqueo de sus puertas; fórums y discusiones; quema de tarjetas militares; declaraciones institucionales de “zona libre” por parte de diversos ayuntamientos; contactos internacionales, etc.
En cuanto a España, se convocó una primera manifestación pacifista en enero de 1981, ante la base de Torrejón de Ardoz, bajo el lema “OTAN no, bases fuera”. Por aquel entonces existía la Comisión Anti-OTAN de Madrid, con Carlos Otamendi al frente, que organizaría un festival para el 5 de julio de 1981 contra el ingreso de España en la Alianza, con la asistencia de 50.000 participantes.
En noviembre de 1981 se celebró una primera movilización política, con la participación de Felipe González y Alfonso Guerra, del PSOE. Dos años después, las manifestaciones sumaban entre 100.000 y 300.000 personas, reclamando la convocatoria de un referéndum para la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las bases americanas.
En todas las movilizaciones se observó un fuerte sentimiento antiestadounidense, acusándose solo a Washington de ser el causante de la situación prebélica que se estaba viviendo, pasando muy por alto que la frontera de la RDA con la RFA estaba cuajada por miles de tanques y misiles, para lo que, en apariencia, no tenían queja; incluso algunos líderes de ciertos grupúsculos no veían problema alguno en que la URSS y el Pacto de Varsovia tuvieran cabezas nucleares hasta para regalar, pues “no existía peligro alguno”.
Cada cual puede extraer una opinión al respecto.
Letra
Hast du etwas Zeit für mich? Neunundneunzig Luftballons Darum schickte ein General Neunundneunzig Düsenflieger Die Nachbarn haben nichts gerafft Neunundneunzig jahre Krieg |
¿Tienes un poco de tiempo para mí? Entonces te voy a cantar una canción Acerca de 99 globos En su camino hacia el horizonte ¿Quizás piensas en mí? Entonces te voy a cantar una canción Acerca de 99 globos Y una cosa lleva a otra 99 globos En su camino hacia el horizonte Fueron confudidos con un OVNI del espacio exterior Por lo que un general envió Una escuadrilla de aviones tras ellos Para que dieran la alarma Pero allí, en el horizonte, había Solamente 99 globos 99 aviones de combate Cada uno con un gran soldado Se creían el capitán Kirk Hubo grandes fuegos artificiales Los vecinos no entendieron nada Y se sintieron molestos Dispararon al horizonte A 99 globos 99 ministros de guerra Cerillas y bidones de gasolina Se consideraban personas inteligentes Estaban ya preparados para lo que llegara Gritaron: guerra y que querían poder ¡Dios! Quién hubiera pensado Que llegarían tan lejos. Por 99 globos Por 99 globos 99 globos 99 años de guerra No dejaron ningún lugar para vencedores Ya no hay ministro de guerra Y tampoco ningún avión de combate Hoy estoy dando un paseo Veo el mundo yacer en ruinas He encontrado un globo Pienso en ti y lo dejo volar |
Saludos.