Cuadro de dolencias típicas del soldado español de mediados del s. XIX
Por Javier Yuste González
Una de las primordiales preocupaciones en todo Ejército es la salud de los miembros de los diferentes cuerpos y armas, y esto es así desde la Antigüedad (por ejemplo, Hipócrates era un reputado cirujano militar). El tratamiento de las distintas enfermedades y traumas que pueden acusar los soldados por motivos de edad, violencia, alimentación, salubridad, climatología, geografía, psicología y cualesquiera otros, fueron y son objeto de constante estudio y reactualización, hasta llegar a una cuasiperfección en nuestros días en cuanto a diagnosis y tratamiento.
Durante la Alta Edad Media europea —tras la caída del Imperio romano, el cual supo asimilar las enseñanzas griegas y egipcias—, se experimentó una decadencia en el arte de la medicina militar, hasta su punto de inflexión, datado en los tiempos de los Reyes Católicos a los que siguen los de monarcas como Carlos V. En 1566, durante el reinado de Maximiliano II de Alemania, el célebre galeno Langio expuso la necesidad de diferenciar las dolencias de origen militar con respecto a aquellas de origen civil cuando una epidemia de tifus asoló a las fuerzas concentradas en la guerra contra el Turco, siendo ésta una enfermedad que surgió en el propio seno de los campamentos.
El interés de los físicos se decantó entonces por la urgencia de estudiar una higiene y una patología especiales, bien diferente a la que se aplicaba a la población civil.
Durante el s. XIX, periodo extenuante, cargado de guerras civiles y aventuras expedicionarias, la Academia de Medicina militar de Madrid redactó, a finales de la década de 1840, un estudio acerca la sanidad del soldado español, destacándose sus dolencias más comunes que pasamos a relacionar:
- Enfermedades venéreas. Encabezan la lista por ser las más comunes y causa de el 1/5 de los casos registrados en los hospitales militares, vinculadas a una larga serie de dolencias que aquejaban al soldado hasta el punto de agravar otras enfermedades; por ejemplo, la sífilis afecta a los huesos, causa erupciones psóricas, úlceras y otras lesiones.
La comisión de estudio fijó como único modo de contagio el «coito impuro», siendo que la única medida de prevención sobre la que hubo consenso fue la implantación de una fuerte policía en los cuarteles y la recomendación acentuada al soldado de que, una vez detectados los primeros síntomas, acudiera cuanto antes a los servicios de Sanidad.
- Sarna. Esta es una enfermedad considerada común en todas las épocas de la humanidad, más en tiempos de guerra, causando el 1/8 de los casos registrados en los hospitales militares de entre los datos consultados por la Comisión para su estudio. Se consideraba consecuencia de una comprensible desatención de la higiene personal básica del soldado, agravada cuanto más se prolongaba la campaña.
La falta de tratamiento llegaba a presentar cuadros tan llamativos como batallones enteros de afectados que lucían costras por todo el cuerpo y que la comisión llega a comparar, a la vista, con la lepra.
También se la consideraba como consecuencia natural del abuso de alcohol y ciertos alimentos perniciosos, pero lo cierto es que nuestros Ejércitos también sufrieron la sarna por la falta de interés administrativo en facilitar suficientes materiales de esterilización de ropas y otros, así como el remedio pautado por aquel entonces: azufre.
- Oftalmias. Las más agresivas y difíciles de combatir, que llegaban a provocar la ceguera, eran las sifilíticas, las cuales se podrían contagiar a otros sujetos sanos a través de secreciones en dedos de compañeros afectados o reutilización sin esterilización de paños y toallas usadas por los enfermos. Tan solo se podía prescribir antisifilíticos y yodo.
Otras oftalmias comunes de observar en la tropa eran las egipcíacas, las catarrales y las escrofulosas y eran consecuencia del contagio, cambios de temperatura y constitución del individuo, así como de las condiciones del terreno (nieve o desierto), que afectaba a la vista del soldado, tan solo provisto de visera.
Se recomendaba la atención inmediata de los afectados para evitar verdaderas epidemias.
- Tisis. La comisión de estudio relegó a los cuadros tuberculosos y pulmonares en la lista al cuarto puesto en su exposición, aunque los considera como la dolencia más importante de entre las que asolaban a las tropas españolas pues, cuando se daba, el número de bajas mortales llegó a resultar dramático durante el s. XIX.
Se consideraban varias las causas de la enfermedad, comenzando por la temprana edad en la incorporación a filas, a lo que se había de sumar algo que para el que suscribe tiene mayor importancia: la mala disposición de los cuarteles, demasiado dados a las corrientes de aire, y los constantes y bruscos cambios de temperatura a los que los soldados se veían expuestos en marchas y guardias, abandonándose a cualquier sombra en los días de calor o sin un fuego decente con el que pasar las frías noches.
Para que la enfermedad de este cuadro fuera considerada como tisis, la comisión exigía que se acompañara de una debilidad de constitución del individuo, siendo su sistema inmunitario incapaz de hacerle frente. Incluso achacaba la afección a una falta de temperamento del quinto, de escaso frente psíquico, por lo que debería haber sido declarado ab initio como inhábil para el servicio de las armas, pues no podía hacer frente a las fatigas y método de vida del soldado.
Los expertos abogaron por ranchos en tiempos de paz compuestos mayoritariamente por alimentos de origen animal y no vegetal (y en verdad que a la tropa siempre le faltó aporte nutritivo y proteínico hasta la concepción más actualizada del Ejército, siendo claro ejemplo la mala alimentación o de pobre exclusividad en destinos como Cuba o el Rif).
Estas cuatro dolencias eran consideradas como las más comunes entre la tropa del Ejército español durante el reinado de Isabel II, pero que siguieron presentes en los hospitales militares durante las siguientes décadas, hasta que, durante el s. XX, se asientan los principios de asepsia y se generalizan unas pautas de tratamiento más rápidas y eficaces.
Saludos.