- Pablo Incausa
La batalla de Kursk
Lloraba sentado sobre la cureña de su destrozado cañón. Las manos agarrando con fuerza su pelo revuelto y los cadáveres de sus compañeros a su alrededor, como testimonio de lo que había sucedido. Todavía se escuchaba el rugido de los motores de los carros de combate soviéticos que se alejaban. La derrota era segura, pero los combates continuaban.